
Por eso los expertos volvieron sus ojos a un inmenso centro de exhibiciones emplazado en la avenida comercial de Nanjing Lu, eje principal del corazón de la ciudad.
Es uno de los tres complejos construidos en China por arquitectos soviéticos durante los años de amistad con la ex URSS, junto a otros dos, ya desaparecidos, en Pekín y Wuhan.
Cuenta con 540.000 m2 de superficie útil y suele utilizarse para ferias industriales, banquetes oficiales y reuniones políticas como el propio congreso anual del Partido Comunista Chino (PCCh) de Shanghai.
"Shanghai necesita su propio museo de arte que encaje con su estatus de gran metrópoli", dijeron nueve delegados del comité local de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, órgano formado por personalidades destacadas en distintos ámbitos que reciben de forma honorífica el título de asesores del Gobierno.
Las conferencias consultivas de los países comunistas ejercen una gran influencia y en China son consideradas el cuarto poder de la política, junto al ejecutivo, el legislativo y el judicial, aunque en la práctica carecen de capacidad de decisión.
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